cultura de magdalena y bollicao


[Vioño, A Coruña, 1999. colección de galpones, 001. JOSEP LLINÁS]

Nunca he comido muchos bollicaos, magdalenas muchas. ¿Y la cultura? La cultura de magdalena y bollicao es la mía tanto como la de mis alumnos: somos de generación un poco blanditos, un poco empalagosos y sin forma propia, todos repetidos, hasta que un día vemos algo de una manera que otros no ven, y ahí empieza un camino estupendo de descubrimiento.

Hablando ayer con Pedro y Nerea, profesores de proyectos en aula D, sobre los ejercicios de rehabilitación me acordé del galpón número UNO:

Alberto Noguerol es un profesor de proyectos excepcional: con un dibujo de dos lineas es capaz de ver todo lo que hay pensado detrás, también sabe ver a partir de dónde has dejado la coherencia e incluso admite críticas deportivas a su razonamiento. El último ejercicio del curso era una rehabilitación: había que elegir una de las casas abandonadas del núcleo de Vioño, núcleo próximo a desaparecer engullido, literalmente, por la ciudad de A Coruña.

Allá me fui, nos fuimos.

Paseando por el núcleo todas las viviendas me daban tanta pena que no podía comenzar el proyecto sobre ninguna, no se puede empezar un proyecto con pena. Entonces llegué a ésta, la más expuesta, la que daba espalda al camino original y fachada a la calle enorme que la iba a devorar. Era la única que estaba usada, la única que aún vivía. Unos chatarreros la tenían de almacén, pero yo veía un espacio-público-casa-estudio.

Le pedimos a una vecina del bloque de enfrente que nos dejase verla desde su ventana. Ahí pensé, ¿y le valdrá a Noguerol que la rehabilitación ya esté hecha y yo sólo la haya descubierto? Sólo tengo que IMAGINÁRMELA por dentro, y eso es mucho más fácil que proyectarla.

Usé una táctica para convencerle, el proyecto como interpretación: se la llevé dibujada primero y sólo cuando comprobé que le parecía bien, le llevé las fotos. A Alberto Noguerol le valió como proyecto y me felicitó por el descubrimiento. Profesores así construyen arquitectos saludables.

En el galpón primero pasó lo que ha pasado con casi todos, yo vi una obra de Llinàs en él, la ampliación de la escuela de derecho de BCN ¿Por qué? Ni idea, pero ahora que recuerdo, no va mal al caso: en la segunda conferencia de mi vida, Josep Llinàs entró por la puerta con un palo de metro veinte lo golpeó contra el suelo y dijo:

«queréis la fama, pues la fama cuesta!»

Habló de la cantidad de trabajo, de la implicación, de la ética y la imaginación, para ser como las bailarinas, perfectas y discretas para que el grupo (sociedad) funcione. Y ésto es más parecido al ballet al pasar los años, algunos son grandísimos y cantan ópera, sí, pero los más, nos rompemos los pies para poder hacer que volamos.
[y ya hemos dejado las magdalenas]

8 Comments

  1. Que recordos dese proxecto e os teus debuxos tan expresivos. Cada vez que entro na Coruña pola Avda de Arteixo, parado no semáforo aínda vexo aquel enorme corte vertical de pedra que detrás escondía aqueles pequenos tesouros: as casas, o camiño, os muros, aquela palmera…

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    1. Cuando leo ‘del tirador a la ciudad’ siempre me olvido de que por ‘tirador’ se refiere al de abrir, y echo de menos un ‘del tirador a la ciudad’ con el otro tirador:
      Marta, me encanta tu puntería siempre pertinente.

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