Falabarato

Sobre los que hablan bien de urbanismo y los que hablan mal y con ello deshacen el bienhacer del urbanista cauteloso.

Viví en Menorca desde el año 83 al 90, no parece gran cosa si no es porque yo tenía de 6 a 12 años: ahí sí.

Mi abuelo, un prohombre de Pontevedra -que en realidad era de Lugo- venía los veranos; nos rompía el Síndrome de Isla recorriendo en coche MÁS DE TRES KILÓMETROS para ir a otras calas y me pedía que recorriese con él las calles de los núcleos urbanos de la Isla. Paseaba y paseábamos hasta que me las aprendía de memoria. Él opinaba que no se podía vivir en un lugar sin saberse su espacio, que no era correcto, y que yo debía aplicarme, que ya tenía edad. Los nombres de las calles, su orientación, sus conexiones con otras y la razón de sus nombres también.

Repetí esto con mi abuelo esto cada año. Acabamos recorriendo las calles de los núcleos de Portugal cercanos y la provincia de Pontevedra, un verano entero, él jubilado, yo con doce.

He tardado tiempo en darme cuenta que mi interés por las formas de lo urbano empezaron en Menorca, con seis y siete años y de la mano de un señor elegante que parecía extranjero y al que las inglesas de su edad le decían cosas para seducirle y él les respondía… ‘Non te entendo, moneca.’

Quise volver a la isla al acabar la carrera, tenía cierto temor, pero sabía que había sido preservada y que era urbanísticamente saludable.

Me fui sola, alquilé un coche y conduje y caminé.

No estaba preparada para que estuviese… mejor.

Era el año 2003. Acababa de aprobarse el Plan Territorial Insular del equipo del equipo de Jose María Ezquiaga, lógicamente el Plan no podía ser todavía el responsable de la conservación, se acababa de aprobar.

Fui leyendo de aquí y de allá con curiosidad. Leía con ventaja: conozco a los menorquines, tengo una bella hermana menorquina que ‘para hacer las cosas como los demás, siempre está a tiempo…’

(Eso fue lo que le dijeron a mi padre el día que ella nació: Ja saps es que has fet? (Com?) Has ficat una menorquina a casa. (Sí) Ja t’enrecordaràs d’aquesta xerrada: es menorquins, a temps de fer ses coses com sa resta des món, sempre estan a temps.)

Sin embargo, no lo supe con claridad o no lo creí hasta que oí en boca de Jose María Ezquiaga en una conferencia que dio en Santiago, (organizada por Idoia Camiruaga y el Consorcio) que fueron ellos, ¡los menorquines! que EXIGIERON que el turismo no les estropease todo, QUE QUERÍAN PODER SEGUIR SIENDO TAMBIÉN AGRICULTORES Y GANADEROS entre otras muchas cosas posibles.

  1. Los menorquines. Qué admiración.
  2. El urbanista que con un CAMBIO DE CONCEPTO lo cambió todo, lo hizo posible. Qué admiración.

El urbanista nos contó cómo fue capaz tras el deseo de la población y exprimiéndose los sesos de conseguir idear un modo de proteger la isla del turismo invasivo arquitectónicamente con moles hoteleras que se nos venden como inevitables. Hasta el momento había dos, que recuerde, Son Bou y Cala Galdana, las bellísimas y estropeadas. Ezquiaga no podía obligar a tirar, como mucho obligar a no construir, pero las prohiciones impuestas no suelen funcionar bien. Cambió pues el concepto de posesión de superficie hotelera por el de unidad de cama de hotel. Los hosteleros (los de las moles ya construidas también) poseerán derecho a cama y no a superficie, la cama puede ser de la categoría que deseen. De tal manera que con ese precepto, y a partir de ese momento, a los hosteleros que poseían miles de camas encapsuladas en panales, les compensaba tener camas de otra categoría en otros lugares, además la categoría concedida y por tanto el precio permitido iba vinculada a la sostenibilidad. A los empresarios les compensaba económicamente tirar sus moles y rehabilitar masías dispersas. Les compensaba porque tenían derecho a un cambio de categoría y con ello mayor beneficio por cama. Tiran las moles porque quieren. Fabuloso.

Conferencias sobre urbanismo de esta categoría la de Salvador Rueda y su Súpermanzana de gradación de amansamientos de tráfico para conseguir núcleos permeables de juego infantil o lo que sea seguro pero no estanco.

Lo primero que hace el equipo de Rueda con sus súpermanzanas (Vitoria, Barcelona) es regularizar y racionalizar las líneas de bus urbano… por arte de magia, el coche hace menos falta y el amansamiento se ve posible.

En estas dos conferencias que relato Ezquiaga y Rueda comparten actitud, la de quien ha trabajado toda una vida para compartir contigo una gota del extracto de un resultado. La de quien ha trabajado tanto que te lo comparte porque es generoso, pero no espera nada más con ello que sembrar seguir sembrando. Son ponentes confiados, tranquilos, han hecho magia pero no se aparecen como ilusionistas, son ilusionantes. Se hacen cercanos. No riñen a nadie. Les han dado tantos portazos, han tenido que tener tanta paciencia, que aprecian el conseguir hacer ajeno, aunque no compartan. Son capaces de hablar en varios niveles de escucha. Recibe el ilustrado basic y el pro y también recibe el profano, porque hablan fácil, porque no comparan tu espacio con el último pueblo perdido de katmandú, no hablan raro porque hablan de la vida cotidiana.

Y luego están los falabarato.

Los vendedores de crecepelo.

Los vendedores de frigoríficos a los esquimales.

El otro día fui invitada a una intervención y habló uno de estos personajes.

Llegó a un lugar en el que algunos trabajamos discretamente en una didáctica urbana posible -sin responsabilidad administrativa alguna, aclaro- y dijo:

⁃ Que le habían llamado para dar una charla sobre urbanismo de esta villa y que se había ‘dado un paseo’ y que había visto unas cosas.

⁃ Enumeró las cosas.

⁃ Lógicamente eran cosas evidentes y que todo el mundo en la sala sabía por qué eran así: Barrera con el puerto. Carril bici descuidado. Casas sin rehabilitar.

⁃ Puso ejemplos de cómo lo haría él: Abrir al puerto cada doscientos metros, Hacer un párquing subterráneo, Pedirle un trocito al Ministerio de Defensa, Quitar unas cuantas naves del puerto, dar dinero para rehabilitar. Cambiar el PXOM.

⁃ Planteó dos o tres proyectos infraestructurales: Un aparcamiento subterráneo bajo cota de agua. Un soterramiento de arteria principal. Y alguna levantada de alfombra más que no recuerdo.

⁃ Planteó dos procesos interadministrativos. Puerto del Estado-Ciudad y Ciudad-Ministerio de Defensa.

⁃ Dijo que el Plan vigente era muy malo, inaceptable. El redactor en la sala, detrás de mí. Pero no dijo por qué. Puso fotos comparativas de zonas irregulares de conversión a manzana o alineadas a vial. Dijo que ‘ellos’ estaban pagando más de medio millón de euros por un buen plan.

⁃ También dijo que ‘ellos’ peatonalizaban, en general.

⁃ Dijo que si alguien decía que esta villa no ‘merece’ esas infraestructuras, que lo reivindiquemos porque la villa lo vale.

⁃ Que la villa debía descubrir su identidad.

⁃ Y -acto seguido- que debía parecerse a un pueblecito finlandés de nueva planta llamado Seinajoki.

⁃ Acabó con un: Hala, a trabajar.

⁃ De la sala le preguntaron: Yo tengo una parcela al lado del mar y no puedo construir.

⁃ Dijo: Yo no sé nada de eso, habría que verlo.

⁃ Pero por qué no puedo construir.

⁃ No lo sé, yo ni idea.

⁃ Chis pum. Que dice Anxo.

Acabó antes de que me diese un ictus. Suerte mía.

Acabó antes de que me levantase y dijese algo, cosa que estaba evitando por el respeto a los organizadores. Suerte suya.

Mala suerte suya que yo sabía más de lo que decía sobre ‘ellos’ en lo que se atribuía.

Mala suerte nuestra, que a la gente:

⁃ Le gustó.

⁃ Se quedó con la sensación de que todos aquellos que trabajan o proponen son unos vagos porque mira lo que se puede pensar con un paseíto.

Me levanté, me di la vuelta, me disculpé con el redactor del Plan, le dije que tengo crítica al instrumento en cuestión pero que esto no era aceptable. Me dio las gracias. No sólo eso, me dijo que antes de ir a este encuentro había estado leyendo de nuestra trayectoria, me habló de varios proyectos que le interesaron. Me sorprendió muchísimo, tanto que se lo dije. Y él dijo: qué menos que un respeto al interlocutor que hace.

Si algo he visto en común a los profesionales del urbanismo es el respeto a lo que está y a lo que se hace desde lo público, aunque sea un instrumento administrativo con muchas carencias, aunque sea una realidad de orden complejo.

Partimos de ahí.

Lo demás es baratada.

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